1.6.11

La historia de Darwin Cobain




Tener a Darwin es todo un orgullo para nuestra casa gatuna. Por su carácter no es el típico gato al que la gente le gusta tener. Sin embargo, si se le conoce un poco más lo acabas queriendo un montón. Todo un ejercicio de tolerancia para un humano y toda una oportunidad de superación para un gato.


BIOGRAFÍA


Darwin nació el 13 de abril de 2010 en la calle. Su madre era callejera, de color naranja a rayas como él y tenía 6 gatitos más. Darwin era el más débil de la camada y el más pequeño de tamaño, por eso la madre lo abandonó.

Yo lo encontré a mediados de Junio. Iba camino de la facultad para hacer un examen y escuché un gato maullar desesperado debajo de un coche. Me agaché para mirar quién era y cuando vi que era naranja a rayas lo identifiqué como uno de los gatitos de la gata naranja -tenía identificados a todos los gatos del barrio-. Como la gata solía rondar por la calle perpendicular a donde el gatito estaba, me imaginé que simplemente el gatito se había extraviado y que la madre pronto iría a por él -maullaba como un descosido y se le escuchaba un montón, así que no era difícil pensar que la madre tenía que andar muy cerca y que no tardaría mucho-, de modo que continué mi camino confiada.

Sin embargo, cuando volví de hacer mi examen el gato continuaba ahí. Empecé a preocuparme porque en las dos horas que yo había estado en la facultad la gata no había vuelto, de modo que fui a casa y cogí algo de comida, porque ya que la gata tardaba, al menos que el gatito no tuviera hambre.

El gatito huía de mí y parecía no querer el pienso. Me eché en la acera y esperé. Los vecinos que pasaban por allí me miraban. Algunos con suspicacia, otros con incomprensión... Sin embargo uno de ellos se me acercó y me preguntó que si estaba intentando coger al gatito. Me explicó que el gato llevaba 3 días maullando debajo de aquel coche, que lo más posible era que su madre lo hubiera abandonado... Me entró de todo por el cuerpo. Yo había estado el fin de semana fuera y por eso no lo había escuchado antes. Me dije que iba a sacar al gato de allí fuera como fuera.

Otra vecina me acercó un cuenco de leche para ver si así había éxito, y aunque no lo hubo, se lo agradecí muchísimo.

Estuve dos horas tirada en aquella acera con el gato a veces acercándose y otras huyendo y cambiando de coche. De modo que recurrí a Edgar.

Bajamos H.H., Edgar en su gatera y yo y dejamos a Edgar maullando dentro de la gatera con la puertecita superior abierta. Como por arte de magia el gatito, que estaba tan solo y desesperado, acudió a él sin pensárselo dos veces. Tras unos minutos, el gatito consiguió entrar por la puerta superior... ¡ya lo teníamos!

Al principio pensé que era hembra. Hasta le escribí un poema y todo refiriéndome a él como "ella". Llegó asqueroso, delgadísimo y con pulgas. Arañaba, bufaba... qué le habrían hecho los humanos de la calle para que se comportara así... También tenía un ojito ulcerado que entrecerraba. Una porquería de gato, vaya.




Lo llevamos a varios veterinarios y se estresaba muchísimo. Aún lo recuerdo correteando por las clínicas bufando y metiéndose debajo de todo mueble que tenía cerca. Dando zarpazos a diestro y siniestro. Finalmente encontramos una clínica donde la veterinaria comprendía a los gatos. Fue una verdadera suerte. Allí nos dijeron que la gata era gato, que tenía 2-3 mesecitos, que los tests de inmuno y leucemia eran negativos... y allí mismo le di el nombre de Darwin.

Darwin era realmente asustadizo. Apenas se dejaba coger. Tenía la paranoia de que en cualquier momento le íbamos a hacer daño. Si entrabas en una habitación iba corriendo a meterse debajo de los muebles.

Y pasó el tiempo...




Darwin curó su ojito ulcerado sin consecuencias gracias a nuestros cuidados, ganó peso y dejó de arañar primero y de bufar después. Dejó de esconderse cada vez que entrabas en la misma habitación donde estaba él. Se tranquilizó y empezó a mostrarse tal y como era de verdad: un gato extremadamente curioso.




Los humanos... o más bien, sus humanos, le llamábamos poderosísimamente la atención. A mí me seguía por la casa a dondequiera que iba, se sentaba a una distancia que él consideraba prudencial y me miraba con una cara de curiosidad muy graciosa. Le encanta que le demos "golosinas", es decir, una barrita snack, un poquito de jamón, una latita de atún... suele sentarse en frente de la cocina para mirar como cocinas y de paso, para ver si le cae algo. Yo le digo de broma que es un gatito con inquietudes gastronómicas. A veces, llevado por la curiosidad casi se ha llevado un pisotón porque se ponía justo detrás de mí.


Odia las visitas. Es mi gato antisocial. En cuanto aparece alguien se va corriendo y se mete debajo de cualquier mueble y de allí no sale hasta que la visita se va. En parte es un halago, ya que nos demuestra que confía en nosotros aunque no lo haga con los humanos en general. Por otro lado, me gustaría que alguien lo viera cuando viene a casa, ya que parece que sólo tengo un gato cuando vienen de visita y que me invento que tengo 3. No soporta que un desconocido se le acerque. Le bufa y se va corriendo. No le gustan los perros.

Al principio no maullaba. Sabíamos que él sabía, ya que debajo del coche lo había demostrado estupendamente... pero se quedó muy traumado con la experiencia y pasaron meses hasta que hizo algo parecido a un maullido. Es como una especie de chillido flojito, estilo rata, "íiiiiiii". Lo usa cuando quiere que le des de comer o cuando sabe que tienes una golosina para él. Sólo maúlla de verdad cuando lo metes en la bañera, que entonces parece que lo estás matando. En realidad es el que más se deja hacer. Cuando lo sacas de la bañera, todo mojado y le pones la toalla se queda inmóvil y se agarra a ti como puede, como con miedo de que lo vuelvas a meter en la bañera.

Le tiene pánico al veterinario. Cuando lo llevas se pega todo lo que puede, hecho un ovillo, a la mesa metálica y de puro estrés se queda quieto, como si no estuviera allí, y empieza a despelucharse. Luego ni araña ni muerde ni nada... él usa la técnica del "gato invisible" según la cual, si él no se mueve, él no está ahí y tú por supuesto no lo ves.

No sé, de verdad, qué le habrán hecho los humanos para que él se muestre tan asustadizo. Al cabrón que le hubiera hecho lo que sea le partía la cara. Darwin en realidad tiene un corazón enorme y lo demuestra con Edgar. Se abrazan juntos y se dan un montón de lametones. Parecen padre e hijo. Tengo que elogiar en este punto a Edgar: desde el primer momento pareció ser consciente de lo mal que estaba Darwin y de su dolor y lo acogió... como a un hijo.





Nunca tuvo un mal gesto con él. Darwin lo seguía con una adoración casi fanática por la casa, cosa que a Edgar, un gato algo solitario desde siempre le molestaba... jajajaja... Darwin siguiéndolo por encima del sofá, se bajaba Edgar y Darwin detrás, Edgar se subía a una silla para estar tranquilo y Darwin dando saltos para subirse él también... y el pobre Edgar sin saber donde ponerse, como diciendo: Pero bueno, que estás a salvo, que te van a querer, que tienes comida y arenita limpia, que yo no te voy a abandonar, pero déjame estar un ratito a solas... o al menos en el otro extremo de la habitación, pero quítate de encima aunque sea unos minutos, por favor!!



Ya ves tú, el enano pesado éste...



Edgar enseñó a Darwin a utilizar la cajita de arena. Le daba sesiones de lametones diarias y juegos... En parte creo que Edgar, aunque perdiera su amada soledad, ganó mucha compañía y también agradeció tener un compañero. Me demostró al acoger a Darwin que su corazón era aún más grande de lo que yo misma creía y me sentí tan orgullosa de él que no puedo expresarlo con palabras. De no ser por Edgar, probablemente Darwin jamás se hubiera recuperado psicológicamente.


Darwin creció, lo esterilizamos y ahora es todo un gatote. Al ser de pelo corto y haber pasado algo de desnutrición no es tan grande como Edgar, pero ya se le ve "adulto". Tiene un año y dos meses.




Desde que lo esterilizamos está más tranquilo. Se deja coger durante más tiempo y aunque mueve la cola en señal de descontento permite que lo acaricies unos minutos. A veces sale corriendo cuando te acercas a él y a veces no. El caso de Darwin requiere mucha paciencia y ha conseguido tantas cosas en el año que lleva con nosotros que no me sorprendería que dentro de un tiempo llegara a ser más sociable.

Soy realista y sé que es muy probable que a Darwin le queden secuelas psicológicas para siempre. Pero ha sido tan gigantesco su avance que tengo muchas esperanzas puestas en él. Sé que a pesar de todo nos quiere. Nos lo demuestra con esa confianza que nos ha dado y si no fuéramos humanos tendría más confianza en nosotros.


Adora jugar a perseguirse la cola. Es el más enérgico de todos y hace Matrix por el pasillo, pegando saltos, apoyándose contra la pared para tomar impulso y saliendo disparado a toda velocidad. Tiene la mente más infantil de todos mis gatos, es un niño eterno a pesar de tener una mirada de gato que ha crecido demasiado rápido. Por cierto, sus ojos son dorados.

No es tan listo como sus hermanos. Le cuesta aceptar a los animales que vienen a casa de nuevas. Sin embargo es todo pose. Bufa un par de días, pero es porque tiene miedo. Es lo que le pasa en el fondo: es un gato que vive con miedo. Con miedo al dolor, con miedo al abandono, con miedo a lo extraño y a lo que no entiende... De veras que me gustaría saber qué le hicieron para entenderlo mejor... o tal vez no, porque me dolería mucho saberlo.





Y es que a pesar de todo, lo miro ahora, durmiendo tan tranquilo y tan profundamente en uno de los rincones más fresquitos de la casa y me siento orgullosa de él. Cualquier persona que no lo conozca dirá que es un gato arisco y cobarde, que no quiere trato con la gente y que nunca será un gato "normal". No ven el increíble mérito que tiene este gato. Yo sí lo veo y por eso siempre le tendré un cariño especial, porque a pesar de todo se ha superado con creces.

3 comentarios:

Gris dijo...

Me encanta! que guapo es y como me recuerda a Lupe! espero que Lupe, con el tiempo, mejore tanto como él y deje de tenernos miedo también.

Elvira dijo...

Es todo cuestión de tiempo... puede pasar unos meses, tal vez un año... o algo más, pero si Darwin puede con lo mal que llegó, es muy probable que Lupe también. Si los gatos no son tontos y saben quiénes les cuidan y les miman... Ánimo y sobretodo mucha paciencia.

Efi (la gata naturalista) dijo...

Elvira querida, es posible que a Darwin no le haya pasado nada.
Yo soy un gata absolutamente antisocial, ni personas ni gatos ni perros, bufo a diestro y siniestro, Apena soporto a mi Bene y llevan casi 15 años tratándome como a una princesita.
Soy neurótica por naturaleza y miedosa, agresiva y mala uva.
No tuve tiempo de conocer la maldad humana porque mi madre me secuestró enseguida, ella fue a la primera persona que vi en mi vida con unos 20 días.
Intentaron socilizarme desde el primer momento, no hubo forma.
A Carlitos jamá lo he tocado. Ya casi no le bufo, sólo si se acerca demasiado, que ademas le doy un manotazo.

Te digo esto para que no te tortures pensando en lo que ha podido sufrir tu peque,puede que sea como yo: rarito.
Yo me pregunto ¿cómo me pueden querer a rabiar si soy Efimalgenia?.
También quiero a mi madre y la beso ¿eh? tengo mis momentos deliciosos , pero el fondo es ...buf, terrorífico!
Saluudos ! en el fondo del fondo, creo que sólo hay miedo, no se por qué!