Una excedencia.

Eso es de lo que está disfrutando Edgar en estos momentos.

Por fin está de mejor humor, come sin vomitar y hace de los famosos de Activia Danone unos aficionados. Ejem.

Seguirá con la dieta y el protector todo un mes. Y luego se harán las correspondientes analíticas. Parece que una vez que se le han regulado los electrolitos no hay de qué preocuparse mientras sus conductas sean normales. Y como no bebe agua en exceso ni va al baño en exceso, de momento vamos a descartar una diabetes.

Edgar se lo toma con filosofía. Ha tenido un AHU, o Ataque de Hijo Único y está volviendo a descubrir cómo era eso de no tener que compartir bebedero, ni arenero, ni comedero ni rascador. Y encima durmiendo con nosotros. Y con toda una ventana para él solo. Parece que estuviera en un spa o algo así. Se levanta -después de dormir toda la noche a mi lado, hecho un ovillo-, va al baño, desayuna, se viene conmigo a la cocina mientras desayuno, se va un rato a mirar por la ventana, hace una ronda para ver si el sol está en su punto justo para poder tomarlo, duerme una siesta, me pide más comida, lo acaricio, ronronea... Si no fuera porque se le nota la columna vertebral de lo delgado que está y que tiene las patitas y el cuello pelados por las extracciones de sangre y demás... cualquiera diría que no le pasa nada. Que está como siempre. A veces le pregunto que si no estará ya bien del todo y para no perder los privilegios de los que ahora disfruta, le echa cuentitis...

Pero no, hasta que no gane más peso, recupere el brillo del pelo y de los ojos y descartemos la presencia de parásitos (aunque sería raro, ya que lo desparasitamos hace relativamente poco... pero nunca se sabe), está oficialmente malito.

Pero bueno, ya no es como los primeros días, ya no se pasa el día durmiendo y con cara de triste. La veterinaria ha descartado que siga teniendo dolor abdominal, por lo que parece que la infección ha remitido gracias a los antibióticos.

Oreo anda celosa perdida por no poder estar con nosotros todo lo que quisiera. Nos da una lata... Fiodor insiste en que él quiere también una comida especial y se pone a maullar para darnos pena y que le demos un menú especial para él... va a ser que no, lo siento, guapo. Y el gordito, Darwin, está hecho un sinvergüenza. Se está acostumbrando a no estar tanto con Edgar y está ganando confianza en sí mismo. Si no le pesara tanto el culo, se nos subía por todas partes :P

A todo esto, yo tengo los nervios hechos trizas con los exámenes. Robin está encantado porque ahora puedo pasar más tiempo en casa y por supuesto él me acompaña gran parte de la mañana. Picoteándome, quitándome las servilletas, tratando de beberse mi café y eso. Con un cachondeo encima... Le pongo la radio mucho, pero últimamente están echando una música espantosa en Radio 3 en la franja entre las 11 y las 13 y no nos termina de gustar a ninguno. Yo sé que a él le gustan los 40 Principales, pero por ahí no paso...

Tengo muchas entradas que postear... a ver si me da la vida.

Entre apunte y apunte, me distraigo leyendo vuestros posts. Menos mal que soléis ser prolíficas.