Estoycomounalocomotoravoyaestallarsocorococoo... (I)

¿Tres semanas hace ya que no escribo? En serio, ¿tres? A mí se me han pasado volando.

Son tres semanas de GATOS sin parar.

¿Los protagonistas? Edgar, Oreo y Elaine.

Todo empezó cuando HH y yo volvimos de pasar el fin de semana en casa de mis padres hace 3 semanas. Nos encontramos la puerta del cuarto de baño extrañamente abierta y algunos vómitos en el suelo. Lo primero fue entrar en el baño como una posesa para indagar qué narices se habían bebido o tomado, porque los productos químicos y de limpieza se guardan bien guardados para que no haya accidentes. Pues bien, ni botellas de quita-grasas volcados, ni limpia-cristales, ni champú, ni... El lavabo tenía ropa en remojo, pero sólo había jabón y agua. ¿Habrían bebido tanto jabón como para provocarse el vómito? Era una probabilidad. Pero entonces encontré una prueba del delito peor.

La última vez que había fregado el suelo, se me había olvidado vaciar el cubo. Nunca suelo poner mucha lejía, por si acaso, pero el hecho es que había agua sucia y lejía, y me imaginaba perfectamente a los gamberros ignorando sus recipientes rebosantes de agua fresca y limpia para centrarse en el puñetero cubo. Pero había otra cuestión, la puerta estaba cerrada ¿cómo narices la habían abierto? Edgar. Descubrimos que la puerta tenía un pequeño fallo en el cierre y si empujabas en cierto punto, la puerta se abría con toda naturalidad. ¿Y quién es un experto en encontrar la forma, por difícil que sea, de salirse con la suya? ¿Quién es suficientemente cabezón e insistente para averiguar el modo de resolver un cubo de Rubik si se lo propone? Edgar. Edgar, Edgar, Edgar...

Todos estaban bien, salvo él. Porque claro, el niño tiene el estómago delicado. Y es lo suficientemente bruto como para haber bebido más de la cuenta. ¿Resultado? Edgar no podía comer nada sin vomitar. Y a pesar de estar un día en ayuno, comer lo que fuera le suponía un mundo y el vómito lo debilitaba. A la veterinaria corriendo.

Afortunadamente, se quedó en un susto. La vete nos dijo que los gatos tienen el estómago delicado y que a la menor ingestión de lo que sea, pueden provocarse una pequeña inflamación en la barriguita. Así que a darle a Edgar protector gástrico media hora antes de comer y ponerle comidita especial.

Pero claro, darle comida especial SÓLO A UNO es un mundo. Edgar no podía comer el pienso de siempre, los demás no debían comerse el pienso de Edgar. Y cada uno quería el pienso que no le tocaba.

No sabéis el circo que hemos tenido que montar, con el agravante Oreo, que ya os contaré.

Pero él ya está bien ¿eh? Edgar ha hecho su dieta, se ha tomado el protector con más pena que gloria, pero lo ha hecho, y ya puede volver a su vida normal. ¿Moraleja? No se me va a olvidar en la vida vaciar un puñetero cubo de limpieza, aunque la habitación tenga una puerta con candado.

Dejo esto aquí, ya os hablaré de Oreo y Elaine.

Si no he actualizado es porque los gatos (y un examen) me tienen la cabeza hecha un lío. Pero ya, os iré contando, que tengo novedades.

¡Un saludo!